Los bártulos que cargo sobre mis hombros –más, mucho más adentro que las 43.591 neuronas (sí conozco el número y el tamaño exacto de mis limitaciones) con las que bostezo o me entusiasmo o esbozo una sonrisa cómplice, cada vez que en un texto reconozco algo, sin certezas, que ya he visto antes– este pesado equipaje, que acarreo por domicilios ajenos, habitaciones por horas, estos bártulos embarazosos, pesadísimos, sobre mis hombros... Dentro, muy dentro y antes de mí.
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