Que tu nombre te haga ser reconocido en los libros que escribas.
Escribir para que te quieran, sobre todo tus amigos.
Escribir para cambiar el mundo abrazado a la causa.
Escribir sinceramente para ganar prestigio y dinero.
Escribir como artesano, por afición profesional.
Escribir lo que escribirá después otro.
Escribir para la censura, para que te quemen públicamente los libros.
Escribir para olvidar y para que te olviden.
Escribir para que tu nombre quede grabado en panteones y listas oficiales.
Escribir desde lo alto, desde una isla, desde la distancia.
Escribir como una puta, por los derechos de autor y por el amor de los desconocidos.
Escribir con envidia, con rencor o por venganza.
Escribir por y para escribir.
Escribir para cambiar de mundo, de chaqueta o de barrio.
Escribir para dejar de llamarse López o Díaz.
Escribir para echar el rato, por tedio y por hastío.
Escribir para poder por fin saltarte los puntos y las comas.
Escribir para tu hija o para tus nietos o para tus abuelos.
Escribir anónimos, el verdadero oficio de todo escritor.
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